martes, diciembre 19, 2017

Cuaderno de viaje International Edition: Londres (7-10 de diciembre de 2017)

Preparativos:
Después de lo bien que lo habíamos pasado el año pasado cuando visitamos por primera vez Londres, C. y yo habíamos decidido que teníamos que volver, así que algo de tiempo libre durante el puente de diciembre y nada mejor que hacer nos animaron a volver allí, así que el día de la Constitución lo dedicamos a hacer maletas, que al día siguiente nos íbamos.

Primer día:
No hizo falta madrugar demasiado ni agobiarse mucho el primer día. Algo de comer en el aeropuerto, un placentero viaje en avión durante el cual incluso pudimos dormitar algo, y muy pronto estuvimos en el Reino Unido. Después, cogimos el Gatwick Express y nos plantamos en Londres, y muy pronto, en metro, llegamos al mismo hotel en el que habíamos estado el año pasado, muy cerca del Museo Británico y al lado de una boca de metro. Lo primero que me llamó la atención esta vez fue el hecho de que en la estación de metro que estaba más cerca de nuestro hotel había un cartel anunciando la autobiografía de Bruce Dickinson, el cantante de Iron Maiden. Sinceramente, dudo mucho que alguna vez podamos ver algo así en nuestro país. Desgraciadamente.
Después de deshacer los equipajes decidimos ir hacia Hyde Park, por un lado porque el año pasado no habíamos ido, y por otro porque allí había un megamercadillo de Navidad, el Winter Wonderland, en el que, además de adornos navideños de artesanía y comida, también había atracciones para los más pequeños.
Deambulamos por allí, visitamos todo lo que nos dio tiempo, para luego cenar unas bratswursts y unas cervezas (recordemos que este tipo de mercadillos son típicos de Alemania) en un lugar en el que actuaba un dúo que hacía versiones de temas pop bastante ligeritos. Otra vez al metro y al hotel a descansar.

Segundo día:
El segundo día madrugamos porque nos apetecía ir a visitar uno de los lugares que el año pasado habíamos dejado para mejor ocasión: el museo de Sherlock Holmes, en el 221b de Baker Street, que, al menos a mí, me apetecía mucho ver.

Como llegamos pronto, no tuvimos que tragarnos ninguna cola, así que muy pronto pudimos entrar a ver una recreación muy chula de lo que serían las habitaciones que compartieron Holmes y Watson, en la cual todas las piezas son de la época. Además, en sus pisos superiores, hay un museo de cera con las representaciones de algunos personajes en su forma más reconocible, pero en la que, sin embargo, eché de menos alguna de Mycroft Holmes.
Pasamos por la tienda de recuerdos y en ella nos gastamos poco, pero sí que tuve una primera tentación de volverme loco gastando.
De allí, nos metimos en la tienda de los Beatles, que está justo al lado, y también por una tienda de merchandising musical que está en la acera de enfrente, para gastar unas pocas libras en música.
De nuevo al metro, y nos fuimos hacia el barrio de Camden, en el que tampoco habíamos estado antes, y allí callejeamos, vimos puestos, entramos en tiendas de discos, de instrumentos, de ropa de cuero, alguna librería… todo ello antes de entrar en el mercadillo, en el que nos pasamos un rato bastante largo mirando de todo un poco. Después, otra vez al metro y nos dirigimos hacia el Soho.
Después de recorrer Oxford Street y de comer unos platos de fish and chips con cerveza artesana en un pub cercano, entramos en una enorme juguetería de nada menos que seis pisos, Hamleys, que recorrimos entera, volviendo a nuestra infancia y disfrutando al ver como los trabajadores hacían demostraciones de juguetes para regocijo de los niños.
Luego, paseamos por las calles del Soho, como Carnaby Street, viendo los teatros, mirando escaparates y entrando en alguna tienda de discos, como Reckless Records. Y caminando, caminando, llegamos hasta Leicester Square, y allí estuvimos en la tienda de M&M’s (cuatro pisos), la de Lego (solo dos, qué poca cosa) y en un mercadillo navideño que había allí. 
Desde allí nos fuimos a Chinatown, y después de patearlo, nos fuimos al metro para ir hacia el hotel. Cenamos en la misma calle en la que está la boca de metro y a descansar, que mañana también tenemos mucho que hacer.

Tercer día:
Quisimos madrugar un poco menos que el día anterior porque lo que queríamos hacer no suponía demasiado lío: nos apetecía acercarnos hasta la Bermondsey Beer Mile, que, para quien no lo sepa, es una ruta que recorre la zona en la que se concentran varias fábricas de cervezas artesanas. Desde luego, no queríamos hacerla entera, y de hecho, nos conformábamos con ver una o dos fábricas, así que fuimos a ver The Kernel Brewery, la primera que se abrió allí. Sin embargo, como C. y yo no seríamos nosotros si nos orientáramos bien a la primera, primero nos equivocamos de calle y luego pasamos de largo la fábrica. 
Por fin llegamos y uno de los empleados, muy majo, nos la enseñó y la explicó muy claramente. Luego abrió unas botellas y nos dio a probar tres variedades de sus cervezas, y también a una pareja de reporteros de Brew TV que estaban por allí.
Salimos de allí y fuimos a otra fábrica, esta vez a Brew by Numbers, donde después de probar algunas cervezas, nos tomamos una pinta de una de ellas. Los reporteros volvían a estar allí, nos propusieron que nos sentáramos con ellos, nos pusimos a hablar… Y a partir de ese momento, la expedición cervecera estuvo compuesta por cuatro personas.
Nuestra siguiente parada fue The Bottleshop, y allí tomamos otra, hablando con ellos de cerveza y de música. Luego fuimos a otra fábrica cercana, Anspach & Hobday, donde probamos sus variedades, alguna sorprendente, tomamos una pinta y los reporteros grabaron una breve entrevista.
Cuando nos íbamos, una carrera de gente disfrazada de Santa Claus pasó por delante de la fábrica y en el fragor, C. y yo perdimos a nuestros acompañantes, así que a la quinta fábrica, la Southwark Brewing Company, fuimos nosotros solos. 
Después de esa última cerveza, como estábamos cerca del Tower Bridge, nos fuimos a comer algo y ya por la tarde a ver un pequeño mercadillo que había por allí montado. De ahí, otra vez al metro para ir al hotel a descansar.

Cuarto día:
El domingo era nuestro día de volver a casa, y amaneció nevando, lo que hizo que nuestras fotos fueran muy vistosas. Con cuidado de no resbalar, nos fuimos hacia el Museo Británico, que está cerca del hotel, pasando por delante de la Escuela de Ciencias Sociales, Historia y Filosofía de la Universidad de Londres
En el Museo recorrimos salas que no habíamos visto y alguna que sí, y en la tienda nos dimos un último homenaje londinense comprando varios libros que sobrecargaron mi maleta.
A la vuelta al hotel, nos encontramos que la nieve nos complicaba un poco lo de llegar al aeropuerto, pero al final lo conseguimos. Eso sí, para encontrarnos con que nuestro vuelo se cancelaba.
Pero lo que pasó a partir de ese momento, ya es otra historia…