Desde hace algún
tiempo llevo dándole vueltas a la idea de que la izquierda cada vez tiene una
identidad menos definida. Mientras la derecha cada vez se muestra menos
temerosa de mostrar sus maneras no siempre democráticas, los partidos de
izquierda parecen tener miedo de plantear ideas que impliquen una mejora real
de las condiciones de vida de las clases trabajadoras.
En los últimos
tiempos hemos visto en nuestro país el funeral de un antiguo ministro
franquista, suegro de un exministro de un Gobierno democrático, en el que se
cantó el “Cara al sol”, o a otro ministro yendo a meditar al Valle de los Caídos, lo que significa ciertos políticos de derechas de nuestro país no tienen
reparos a la hora de mostrar sus modelos.
Sin embargo, la
izquierda parece tener miedo de mostrarse como alternativa, planteando unas
ideas que difieran claramente de las del partido en el poder, e incluso sin ser
capaz de presentar unos referentes ideológicos o intelectuales claros.
Mientras la
derecha presenta a Margaret Thatcher o incluso a Franco como influencias, la
izquierda no se atreve a presentar a políticos, como por ejemplo Olof Palme, como
referentes. Incluso, desde el punto de vista intelectual, estamos viendo como
la algunos políticos de derechas presentan a Lorca como influencia mientras los
de izquierdas lo pasan por alto.
Desde mi punto
de vista, mientras la izquierda no busque la manera de presentar sus ideas y
sus referencias de manera clara, militante y diferenciada de las de la derecha,
no va a ser capaz de presentarse como alternativa de Gobierno.
Olof Palme, un político que bien podría ser tomado como referente por la izquierda de nuestro país.
Fotografía de Bert Verhoeff conservada en el Archivo Nacional de los Países Bajos, tomada de aquí.
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