jueves, mayo 25, 2017

Los cinco discos de mi vida

Hola a todo el mundo:
Hace ya cosa de cuatro años y medio que escribo para MetalCry y, en este tiempo, he tenido también la posibilidad de conocer a gente de otros medios, como Subterráneo Heavy, Diario de un Metalhead, The Drinktim, MetRock o La Nave del Metal, llegando incluso a colaborar con algunos. Y en varias ocasiones ya, en Subterráneo llevaron a cabo una iniciativa muy interesante en la que pidieron a músicos o a compañeros de otros medios que les dijeran cinco discos que les hubieran cambiado la vida. Desde que lo vi, pensé que era algo interesante, así que aquí os dejo los míos:

A mucha gente le puede parecer extraño, pero quien me conoce bien de verdad sabe que Michael Jackson fue, durante mi infancia y mis primeros años de adolescencia, mi cantante favorito. De hecho, fue el primer cantante “de verdad” que escuché.
Bad fue un álbum que escuché en cinta hasta que me lo aprendí de memoria: cada melodía, cada palabra que creía entender (porque todavía no hablaba inglés), cada guitarreo… Me lo sabía todo, e incluso llegué a tener el cortometraje de la canción que titulaba el disco grabado de la tele en un VHS que me acompañó muchos años.
Sigue siendo un disco imprescindible.

Guns n’ Roses: Apetite for destruction

Y a Michael Jackson debo también mi amor por el Rock, y de hecho, si empecé a escuchar Rock fue precisamente por Jacko, porque con él colaboraba Slash, guitarrista de los Guns n' Roses, así que, cuando me encontré en la biblioteca del barrio con un disco de los Guns, me lo llevé a casa. No recuerdo si era el GNR Lies o el Use your illusion II, pero sí sé que me encantó. Pero cuando escuché el Apetite for destruction, todo lo que me habían gustado esos discos se vio superado por un disco que iba mucho más allá.
Apetite for destruction es, todavía hoy, un álbum sobresaliente de principio a fin, que nos muestra a cinco músicos en un estado de forma impresionante y que eran capaces de crear verdaderos himnos inmortales a peser de que, como grupo, eran, como dice un amigo mío, completamente disfuncionales.
Sin duda, un disco que me llevaría a una isla desierta.

Iron Maiden: Killers
Iron Maiden fue otro de esos grupos que descubrí en mis años de instituto, y que, desde el primer momento, se convirtió en uno de mis favoritos. Actualmente, los he visto a ellos con Bruce Dickinson a la voz, y, en solitario, he visto a Paul Di’Anno (su cantante original) y a Blaze Bayley (su tercer cantante),  y siempre los he adorado. Tengo incluso singles suyos, alguno en vinilo. Pero la magia de Killers es muy superior a la de otros discos suyos. Un disco cañero y macarra con el que demuestran su capacidad para crear grandes temas. Otros discos posteriores fueron muy grandes también y técnicamente superiores a este, pero el que más me llena es Killers.

Metallica: …And justice for all
Es el primer disco que escuché de Metallica y no me entró a la primera, reconozco que me resultó muy difícil de escuchar. Sin embargo, cuando por fin le cogí el gusto, me di cuenta de que eso era lo que me gustaba de verdad. Canciones oscuras, riffs crujientes, melodías hipnóticas, James cantando con mucha mala leche… eso es este disco. Bueno, y también un bajo que no se escucha casi nada, jajaja.
Puedo decir sin ningún atisbo de vergüenza que este disco me cambió la vida. Si no lo hubiera escuchado cuando tenía diecisiete años, no sé qué escucharía ahora.

Los Suaves: San Francisco Express
“Tienes que escuchar este disco”, me dijo alguien que todavía es amigo mío un día en su casa, cuando estábamos en el instituto. Y acto seguido, me puso la cassete. Desde el primer momento quedé asombrado al escuchar a una banda española haciendo eso. Canciones grandilocuentes y con solos interminables me enamoraron y, desde entonces, me convertí en un fan completo de Los Suaves, a los que vi diez veces en directo, de los que tengo muchísimos discos y de cuyo guitarrista, Alberto Cereijo, vi una masterclass el pasado verano.
Sin duda, uno de mis discos de cabecera.

Podría hablar de muchos discos más que son muy especiales para mí, como el Agotarás de Saratoga, por ejemplo, o el Made in Japan de Deep Purple, pero estos cinco son y llevan mucho tiempo siendo mis favoritos.

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