Hola a todo el mundo:
Como
sabéis, hace ya algún tiempo que escribo para MetalCry, lo que significa que
tengo un medio en el que puedo escribir sobre música y, además, obtener más visibilidad
de la que obtengo a través de este blog. Sin embargo, de vez en cuando me
apetece escribir sobre algún tema musical fuera de esa página, a veces porque
no tiene que ver con el Metal, y otras, como en este caso, porque el tema es
muy personal. Y es que hoy me apetece escribir sobre el nuevo disco de
Metallica, Hardwire… to self-destruct.
Los que me conocéis, sabéis que mi relación con Metallica es bastante complicada. Como comentaba en cierta ocasión con uno de vosotros, es la típica relación de los que descubrimos la música y el Metal en los ochenta y noventa: nos enganchamos a ese estilo gracias a Metallica (si yo no los hubiese escuchado con diecisiete años, no sé qué escucharía ahora), pero después nos decepcionaron varias veces.
A
mí fue, primero por la cancelación de su concierto de Gijón de 1999, pero
después por discos como St. Anger. Pero, no sé por qué, siempre volvía a darles
una nueva oportunidad.
Y
con este nuevo disco no fue una excepción, así que lo tengo y lo he escuchado
con atención, y por eso voy a escribiros sobre él.
Para
empezar, debo decir dos cosas. Por un lado, que es un disco que, a la primera
escucha, me entró por un oído y me salió por el otro. No me creó ninguna emoción
y terminó de sonar sin que nada llamara especialmente mi atención. Pero, por
otro lado, también debo decir que, a diferencia de otros discos anteriores,
como St. Anger, sí fui capaz de escucharlo de una vez.
Y
esto es lo primero que quiero destacar: es importante que pudiera escucharlo de
un tirón sin tomarme un descanso porque es un disco largo. Son doce canciones,
sí, pero agrupadas en dos discos y completando alrededor de ochenta minutos de
música. Es mucho para lo que se hace en la actualidad, y eso lo hace difícil de
escuchar.
Lógicamente,
en un disco tan largo, es evidente que hay muchas canciones de relleno. Los temas
que ya habían dado a conocer con anterioridad, como “Hardwire” sí que me gustan
mucho y me parecen verdaderas bombas. Sin embargo, otras canciones me parecen
más prescindibles. Seguramente si quitásemos algunas canciones, el disco sería
mucho más fácil de escuchar.
En
lo que se refiere al sonido, la producción está bastante bien y nos permite
apreciar los matices de las canciones. Desde el punto de vista de cada uno de
los músicos, James Heatfield canta mucho mejor que en discos anteriores y con
un punto de agresividad y mala leche que sienta muy bien al álbum. Robert
Trujillo está más integrado en el grupo, y su bajo suena en ocasiones bastante
bien. La batería de Lars Ulrich suena demasiado para mi gusto. Sin embargo,
desde mi punto de vista (y desde mis limitados conocimientos de guitarra), creo
que Kirk Hammet es el que menos destaca de los cuatro músicos: sus solos no parecen
especialmente inspirados y abusa demasiado (como ya lleva haciendo desde hace
tiempo) del wah-wah.
En
definitiva, este nuevo trabajo de Metallica no tiene nada que ver con sus
cuatro primeros álbumes, pero suena actual y honesto. Por lo menos da la
sensación de que es lo que querían hacer, que tocaron lo que les pedía el
cuerpo y que no se preocuparon de otra cosa. Si se tratará de un punto de
inflexión en su carrera o si tan sólo será un disco más, tan olvidable como
Reload, St. Anger o Death Magnetic, sólo el tiempo lo dirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario