jueves, agosto 18, 2016

Reflexiones sobre la tele



Quizá alguien recuerde que cuando empezaron las emisiones de Cuatro, a altas horas de la madrugada tenían un programa en el que ponían series un tanto desconocidas y underground. Entre ellas, emitían un anime japonés titulado Paranoia agent, muy poco conocido para el gran público y que creo que solamente fue emitido en nuestro idioma esa vez. En su momento vi algunos capítulos, pero al final, siempre se me olvidaba programar el vídeo y no terminé de ver la serie. Sin embargo, recientemente, gracias al potencial de internet para encontrar todo y más, tuve la oportunidad de verme la serie entera del tirón.

Se trata de una serie de sólo una temporada que nos cuenta la historia de una ciudad japonesa que se ve asolada por los ataques del llamado Chico del Bate, un misterioso personaje que va patinando y atacando con un bate a personas que, supuestamente, están alienadas por su propia existencia. A través de su figura, vamos conociendo a sus víctimas, personas con problemas de diversa índole a las que el Chico del Bate ataca. La serie en sí es muy compleja (hay quien la compara con Twin Peaks, de David Lynch), y a veces cuesta encontrar sentido a la manera en la que se desarrolla la trama.

No obstante, en ella vi un par de cosas que me hicieron pensar. La primera es una imagen que se repite en varios capítulos (en el primero y el último al menos). Es esta:

¿Os resulta conocida esa imagen? ¿Os resulta conocida la imagen de todo el mundo en el metro, el autobús o el tren con el móvil en la mano? Seguro que sí. Lo más sorprendente es que esa serie es de hace más de diez años y ya nos muestra una sociedad pegada a la pantalla del móvil.
Casi profético, ¿verdad?

La segunda cosa que me hizo pensar la vi en el segundo capítulo, en el que se nos narra la historia de un chico al que acusan de ser el Chico del Bate. El chaval es el triunfador del colegio, al que todos admiran. A la vez, en clase hay otro chico, recién llegado del campo, gordito y del que todos se ríen. En este capítulo podemos ver las diferencias que hay entre los más jóvenes de nuestra sociedad, entre los “triunfadores” guapos y admirados, y las “víctimas” de las que los demás se ríen. Podemos ver la "jerarquía" que se crea y se desarrolla entre clase y clase y durante los recreos, una jerarquía que es real y que puede llegar a afectar mucho a muchos chavales.
Una jerarquía que hay que tener en cuenta, para poder ayudar a esos chicos. 


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