Como todo el mundo
sabe, el pasado domingo fueron las elecciones andaluzas, la primera
de la larga serie de citas electorales que tenemos por delante este
año. Y, como ningún candidato obtuvo la mayoría absoluta, ahora va
a ser necesario que se lleven a cabo pactos. Y, escuchando a los
políticos implicados (y a unos cuantos más también), parece que
eso sea algo malo.
Anoche, en El
Intermedio, El Gran Wyoming se preguntaba si realmente pactar era
algo malo. Si había algo malo en buscar apoyos. Y yo digo, ¿cómo
va a ser algo malo?
Si se llevan a cabo
pactos, por un lado se está representando a más ciudadanos, porque
no se representa sólo a los ciudadanos que nos votaron, sino también
a aquellos que votaron al partido con el que pactamos. Y por otro
lado, porque los ciudadanos ya no tendrían que asumir por que sí
las ocurrencias del partido en el Gobierno, sino que el partido con
el que pactó podría servir para introducir nuevas ideas o nuevos
puntos de vista, matizando o suavizando medidas que podrían ser más
polémicas.
¿Os imagináis lo
que sería que ahora hubiera gente sensata intentando que Rajoy y sus
secuaces hagan cosas lógicas en lugar de su desquiciada y
destructiva voluntad? Pues seguramente eso hubiera significado que el
Gobierno habría tomado medidas menos absurdas y, tal vez, más
efectivas y menos dañinas para la ciudadanía.
Pero claro, como
pactar está tan mal visto en este país…
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