El lunes pasado, por
la noche, al llegar a casa, me puse a mirar los trending topics de
Twitter, y me encontré con dos que eran #SiganaPodemos y
#Podemosnoganara (así, sin tilde ni nada). En el primero de ellos lo
que se comentaba eran las múltiples plagas bíblicas que nos caerán
encima si Podemos ganase unas elecciones, mientras que en el segundo
se daban motivos bastante peregrinos por lo que los tuiteros creían
que el partido de Pablo Iglesias no podría ganar. El martes a medio
día, cuando llegué del gimnasio, vi que en Al rojo vivo, de La
Sexta, estaban comentando las declaraciones de un diputado del PP en las que decía que, si Podemos ganaba unas elecciones, esas serían
las últimas elecciones libres en este país. Fuerte, ¿verdad?
Me pareció que la
reacción de mucha gente de este país ante la irrupción de Podemos
es digna de interés. Pero, sobre todo, me pareció que el fenómeno
que supone esa irrupción debe ser interpretado de
forma bastante menos tremendista.
En primer lugar, es
poco probable que Podemos llegue a ganar unas elecciones, por lo
menos las próximas. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la
sobreexposición mediática a que se está sometiendo a ese partido
puede terminar jugando en su contra, ya que puede llegar al hartazgo
de unos ciudadanos que podrían decidir no votarlos. Y eso, unido a
la atomización del voto de izquierda, podría servirle en bandeja al
Partido Popular otra victoria.
Yo no soy adivino, y
dudo que los tuiteros y tertulianos de este país lo sean, así que
no creo que ninguno de nosotros sepamos a ciencia cierta qué es lo
que va a pasar si gana Podemos, un partido que, no lo olvidemos,
canaliza el descontento de una parte muy importante de la ciudadanía
de una manera pacífica (que a veces parece que a algunos se les
olvida).
Sin embargo, si
sabemos lo que está pasando ahora que gobierna el Partido Popular. Y
lo que está pasando es que el Gobierno de Mariano Rajoy es el más
destructivo de la Historia reciente de este país. No solo ganaron
las elecciones con un programa electoral que no pensaban cumplir,
engañando a todos y cada uno de sus votantes, sino que, además,
está llevando a cabo una sistemática destrucción de los derechos
de los ciudadanos, con sus recortes en Sanidad, Educación o
Dependencia, o con su aprobación de una reforma laboral que solo ha
servido para destruir empleo y precarizar el que se mantiene.
Ahora, Rajoy, su
Gobierno y sus medios afines nos intentan cegar con cifras
macroeconómicas muy resonantes, pero si salimos a la calle no vemos
tanta alegría como ellos nos quieren contar, porque aunque nos digan
que la legislatura va a terminar con la creación de un millón de
empleos, se les olvida comentar que durante sus dos primeros años de
Gobierno, gracias entre otras cosas a su reforma laboral, se
destruyeron otros tantos.
Por eso creo que, a
día de hoy, el verdadero rival electoral del Partido Popular no es
Podemos, ni siquiera el Partido Socialista. Es la realidad.
No sé qué hará
Pablo Iglesias si gana las elecciones. Pero sí sé que lo que ha
hecho Mariano Rajoy es muy malo.
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