miércoles, enero 14, 2015

Los orígenes del fanatismo

Desde hace varios días, desde el atentado a la revista Charlie Hebdo, llevo dándole vueltas a una serie de reflexiones sobre los orígenes de los movimientos extremistas y fanáticos, de cualquier signo.
Porque, si nos damos cuenta, muchas veces (no siempre, claro), las personas que se unen a esos movimientos extremistas proceden de regiones, ciudades o barrios deprimidos, suelen ser personas desarraigadas, con pocas expectativas, escasa formación, y, por ello, mucho más permeables a la propaganda. Entonces, aparecen personas que les ofrecen algo que les falta (cobijo, comida, un empleo…), para ganarse su confianza, y, a partir de ese momento, comienza una labor de proselitismo, que busca que esas personas que antes no tenían nada a lo que agarrarse, desarrollen una (supuesta) identidad, sea esta religiosa, racial, social, cultural o como sea. Y eso se consigue a través de mensajes sencillos, en los que todo es blanco o negro, todo se reduce a "nosotros", que somos el "bien", contra "ellos", que son el "mal".
Hecho eso, se consigue “reclutar” a esa persona para su causa, y ya tenemos un efectivo más que es “carne de cañón”. Y digo “carne de cañón” con toda la intención, porque, por supuesto, el que recluta y crea toda la superestructura ideológica que vertebra el discurso fanático y extremista no se va a manchar las manos, el que se las va a manchar es el reclutado.
Con todo esto que estoy diciendo no estoy tratando de crear un discurso buenista, neutral y equidistante para justificar la violencia. No lo hago, porque la violencia nunca es justificable. Simplemente intento mostrar que, desde mi punto de vista, se puede saber qué perfiles de persona son más susceptibles de ser “reclutados” por los grupos extremistas, tanto fundamentalistas del Estado Islámico como grupos ultraderechistas, y que esos grupos extremistas saben quiénes son más permeables a sus mensajes.
Por eso creo que lo que deben hacer los Estados que quieren evitar el crecimiento de estos extremismos es trabajar en esas zonas deprimidas, trabajar con esas personas que son permeables al fanatismo, implementando programas formativos y proporcionando oportunidades (formativas, laborales, de integración…), para evitar, en la medida de lo posible que haya personas que sientan que solo son alguien dentro de ese grupo fanático.

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