Hola a todo el
mundo. Y felices fiestas.
Como mucha gente de
mi entorno más directo, y como much@s de vosotr@s, en mi
adolescencia me leí El hobbit y El señor de los anillos, de
Tolkien, y muy pronto se convirtieron, sobre todo El señor de los
anillos, en dos de mis libros favoritos. De hecho, de la lectura de
esas obras me vinieron las ideas para escribir, con más ganas que
talento, dos relatos que juntos suman algo más de cien páginas, y
que, pese a no haberlos impreso nunca, a lo largo de los años han
sobrevivido en mis sucesivos ordenadores, hasta estar abiertos en
este mientras escribo.
Pero voy a dejarme
de tonterías y a ceñirme a contaros que anoche, por fin, pude ver
la última película de la saga de El hobbit, que a su vez es la
“precuela” de la saga de El señor de los anillos. Y debo decir
que me encantó. Seguramente, Peter Jackson se ciñó mucho menos al
relato original que en el caso de El señor de los anillos, pero da
igual. En las seis películas que ha rodado ha sabido recrear el
universo de Tolkien hasta el punto de dar forma a lo que, hasta
entonces, solo había existido en la imaginación de los lectores de
esas obras. Y estoy seguro de que Jackson fue uno de esos lectores.
Puede que los
efectos especiales a veces tengan más peso que la propia historia,
pero eso no resta calidad a las películas, porque con ellas se hace
justicia a la obra escrita. La labor de convertir esas novelas en
películas tuvo que ser titánica, y por ello Peter Jackson merece el
reconocimiento no solo de aquellos a los que nos gusta el cine de
fantasía, sino de todos los amantes del cine.
Y ahora voy a decir
algo que no es más que una mera opinión personal, pero de lo que
estoy seguro: las dos trilogías que Peter Jackson ha realizado a
partir de la obra de Tolkien son, sin duda, la obra cinematográfica
más completa e influyente de las últimas dos o tres décadas, al
nivel de lo que, a finales de los setenta y principios de los ochenta
supuso la primera trilogía de La guerra de las Galaxias.
No puedo sino
agradecerle a Peter Jackson que supiera convertir en imágenes las
novelas de Tolkien, permitiéndonos volver a disfrutar, durante estos
trece años, de lo que ya habíamos disfrutado al leerlas.
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