miércoles, septiembre 24, 2014

El aborto de la ley

Hola a todo el mundo.
Supongo que ya sabéis que la contrarreforma de la Ley del Aborto que quería aprobar Gallardón al final se ha paralizado y que él decidió dimitir de manera inmediata. Y, para todos los que creemos en que no se puede hacer política con cosas tan graves, todo eso es una buena noticia.
Sin embargo, también vimos ayer como los mismos antiabortistas en los que se había apoyado Rajoy para criticar la ley en vigor cuando fue aprobada en tiempos de Zapatero y que lo habían apoyado ahora, pues se manifestaron para protestar contra esa marcha atrás. Lo cual, por cierto, era de esperar.
Porque, como creo que ya dije en su momento, el riesgo de apoyarse en quienes quieren acabar con el aborto en su totalidad (a pesar de que, como dice la OMS, la restricción del aborto lleva a más mortalidad femenina) está en que, si solo se reforma la ley que lo permite pero no se prohíbe el aborto, se van a quejar. Así Rajoy consiguió tener en su contra a antiabortistas y a “proabortistas” (las comillas las pongo porque, en realidad, nadie está a favor del aborto, solo hay quien lo considera un mal para evitar otros males todavía mayores).
Pero todo este debate sobre el aborto nos ha servido para ver dos cosas.
En primer lugar, que Rajoy no tiene ningún tipo de decencia, porque es capaz de cambiar sus principios (o lo que tenga alguien como él) por votos. Si antes contentó a los antiabortistas para ganar su voto, ahora no duda en cabrearlos para no perder los votos de otras personas.
Y en segundo lugar que hay mucha gente que banaliza mucho el debate sobre este tema, porque, a pesar de lo que nos quieran hacer creer muchos antiabortistas, el aborto no es, ni mucho menos, un medio anticonceptivo más.
Desde mi punto de vista, este debate tan complejo, en el que los temas éticos se mezclan con los temas más políticos, debería abordarse desde una visión mucho más sosegada, y sobre todo teniendo en cuenta que, probablemente, quien decide abortar no lo hará como si estuviera decidiendo si beber whisky o vodka. Probablemente la decisión de abortar será algo muy doloroso para quien la toma, y por eso esas personas no se merecen que se banalice con este tema.

lunes, septiembre 22, 2014

Ahí está la diferencia

Hola a todo el mundo:
Como todos sabemos, la semana pasada en Escocia se llevó a cabo un referéndum para votar si se querían independizar o no del Reino Unido. Como es bien sabido, los ciudadanos decidieron que no querían independizarse, además por una diferencia mayor de lo esperado.
Gordon Brown, el Primer Ministro británico anunció que, pese al resultado, va a conceder más atribuciones a Escocia, para evitar que crezcan esos intereses independentistas, y por su parte, el Primer Ministro escocés, Salmond, adalid del “Sí” a la independencia, ha decidido dimitir.
Como vemos, todo se hizo demostrando un talante democrático muy claro, y también una responsabilidad enorme para actuar en consonancia con el resultado.

Pero ahora, pensemos en lo que está pasando en nuestro país con la posible celebración de un referéndum para decidir sobre la independencia de Cataluña y veamos la diferencia. Aquí no se permite llevar a cabo ese referéndum, lo que está haciendo que las posturas se enconen cada vez más. Como ya dije en otra ocasión, si el referéndum se llevase a cabo, por lo menos sabríamos cuánta gente se quiere independizar (y cuánta no quiere), y así sabríamos como actuar. Exactamente igual que se hizo en el caso escocés.
Nos dicen que aquí el referéndum sería ilegal, porque la Constitución no lo contempla. Sin embargo, yo creo que si la Constitución no lo contempla, el problema no es de los que quieren votar, sino de que la Constitución no recoge todos los posibles escenarios de la evolución política.
Aunque no me gustaría que Cataluña se independizara de España, sí creo que sería buena idea permitir ese referéndum.
Para saber.

domingo, septiembre 14, 2014

¿Qué hacen con la cultura?

El otro día leí una noticia que me preocupó mucho: Los problemas de financiación que tiene el Museo Reina Sofía. En un contexto de crisis tal vez sea normal ver recortes en muchas instituciones. Pero llegar al nivel de tener que decir que una institución ha tocado fondo es demasiado.
No sé vosotr@s, pero yo creo que, si se quiere sacar este país de la crisis, habrá que invertir en actividades que realmente creen riqueza, y la cultura es una de ellas. Los museos, como el mismo Reina Sofía, o el Prado, atraen turistas, y esos turistas consumen. Sí, los museos pueden dar dinero.
Y además, los museos pueden servir para trabajar en la creación de esa "Marca España" de la que tanto habla el (des)Gobierno.
Pero no parece que haya una verdadera voluntad de servirse de esos recursos culturales que tenemos para promover la imagen del país y atraer dinero, de forma que se pierde una oportunidad de oro para incentivar actividades que pueden ayudar a salir de la crisis.
Aunque claro, desde el momento en el que Rajoy decidió poner de Ministro de Cultura a Wert, ya estaba claro que su interés por la cultura era escaso o nulo, y ese interés quedó claro cuando el mismo Wert no protestó por la subida del IVA cultural al 21%.
Está claro. Con este (des)Gobierno, nuestro país terminará siendo un yermo cultural.
Ya lo veréis. 

jueves, septiembre 11, 2014

El Estado terrorista

Desde hace algunas semanas, en los medios de comunicación escuchamos hablar de ISIS, el llamado Estado Islámico de Irak y Siria, que, en realidad, es un grupo terrorista yihadista, escindido de una al-Qaeda que lo considera demasiado radical (¡!), que en estos tiempos está siendo conocido por sus ejecuciones de periodistas occidentales, pero también por sus ataques a otros musulmanes, y que, por supuesto, no es, ni mucho menos, representativo de lo que es el Islam o de la forma de pensar de las personas de religión musulmana. Sin ir más lejos, ayer mismo escuchamos que en nuestro país se ha subido el nivel de alerta antiterrorista y que Obama quiere dirigir una coalición internacional para enfrentarse a esos terroristas.
Y cada vez hay más noticias sobre ese grupo terrorista, por sus intereses por extenderse no solo por Oriente Próximo, sino, con el tiempo, por el norte de África e incluso por la Península Ibérica.
Pero creo que lo verdaderamente peligroso de este grupo terrorista no es eso, sino el hecho de que nos demuestra que, usando de forma muy inteligente los nuevos medios de comunicación, se está llevando a cabo una labor de proselitismo que hace que jóvenes occidentales, de origen musulmán, sí, pero, por ejemplo, británicos, hijos de inmigrantes de religión musulmana pero no especialmente religiosos que hicieron un enorme esfuerzo de integración, se radicalicen y quieran iniciar la Yihad.
Yo creo que esa radicalización de los jóvenes puede tener que ver con esa búsqueda de referentes que hace que en ciertos lugares de los suburbios de Estados Unidos o América Latina otros jóvenes se unan a bandas, para encontrar unos referentes que les hagan sentirse parte de algo, llegando a radicalizarse y volcarse en la violencia
Para los países de cultura árabe, la eclosión de ISIS es la demostración de que en ciertos casos, la Primavera Árabe no tuvo los efectos deseados. Pero para Occidente el peligro viene no solo de que los radicales puedan atacar a periodistas, cooperantes o, en general, trabajadores occidentales que estén allí, sino de que esos jóvenes occidentales radicalizados, que se formaron en la violencia y el odio en lugares de Irak, pueden volver a sus países de origen a atentar.
 Pero como comentaba estos últimos días con algunas personas, por mucho que ISIS quiera presentarse como un "Estado" no lo es, y por lo tanto no es posible que pueda controlar amplios territorios de manera efectiva y permanente, ni mucho menos que llegue a conquistar territorios como la Península Ibérica. Su peligro para nosotros viene de la posibilidad de que personas formadas en él (o inspiradas por él) puedan atentar, no de que nos puedan conquistar. 

lunes, septiembre 08, 2014

El placer de leer

Este fin de semana fui al cine. Y de la misma forma que a veces veo pelis que me gustan mucho, como El Niño, esa noche vi una que me pareció muy mala, Lucy. Una pérdida total de tiempo, una historia muy mal aprovechada.
Y sin embargo, al día siguiente, me topé con un debate muy interesante en la radio, también sobre historias, pero no sobre historias cinematográficas, sino sobre historias literarias. Un debate sobre el placer de leer. Entonces me puse a reflexionar.
Siempre he leído mucho, desde muy pequeño. Empecé con tebeos de Mortadelo y Filemón y Zipi y Zape, y, poco después, también de Asterix. Nunca me llamaron los tebeos de Tintín, aunque sí vi sus versiones animadas, ni los de superhéroes, aunque me gustan las películas basadas en ellos. Después, cayeron en mis manos libros infantiles, con historias en las que niños como el que yo mismo era vivían las aventuras que yo hubiese querido vivir. Y luego, esos libros que se escribieron para adultos pero que considero que fueron el mejor alimento de la imaginación de aquel niño que era yo, como los de Julio Verne.
Pero, por más que pienso, no recuerdo el momento en el que esos libros se me quedaron pequeños y me lancé a leer otros más densos. Sí que recuerdo que mi chulería hizo que El Quijote cayera en mis manos a una edad muy poco apropiada, y por eso, de las tres veces que me lo he leído hasta el momento, la primera fue la que menos aproveché y la que menos disfruté. Pero no sé cuándo o por qué decidí que quería leer otros libros “adultos”.
Solo sé que desde entonces, encima de mi mesa siempre ha habido algún libro que estaba leyendo. A veces de narrativa, claro, pero otras veces son cosas más técnicas. De Historia, evidentemente, pero también de Arte, Música, Política, Geografía, incluso de Economía. O cosas más específicas y menos “esperables” en alguien como yo, como la tecnología. A veces me pregunto si lo mío con leer no será una compulsión casi malsana, o incluso un acto de rebeldía.
Pero del debate de esa mañana me surgió una duda que, tal vez, sea la más importante. Si algún día seré capaz de transmitir mi pasión por la lectura a otras personas, a alumn@s o, quién sabe, a hij@s.
Y esa duda es la que me parece más trascendental.

sábado, septiembre 06, 2014

Qué gente más lista…

Hola a todo el mundo.
Supongo que el otro día escucharíais al presidente de la CEOE decir que en España los sueldos no han bajado. Vamos, que cuando alguien nos dice que los sueldos están bajando nos engaña. Y que si tenéis la sensación de que cobráis poco y que vuestro poder adquisitivo es cada vez menor, es todo producto de vuestra imaginación, locuel@s.
Sobre esas palabras no voy a hacer ningún comentario, porque sería muy fácil y porque, además, sabéis de sobra mi postura al respecto.
Sin embargo, sí que me gustaría comentar otra cosa: esas declaraciones de los “expertos” de la OCDE que ahora por fin dicen que los bajos salarios no van a ayudar a que salgamos de la crisis. Sí, esa obviedad la dijeron unos supuestos expertos que, seguramente, cobran bien por hacer su trabajo. Los mismos que hasta hace nada nos decían que teníamos que cobrar menos.
Pues ahora, yo mismo, que no soy ni de lejos un “experto” en economía os voy a decir, de la forma más sencilla y didáctica de que sea capaz, por qué creo que los sueldos no deberían bajar. Pero no es una teoría novedosa, es algo que cualquiera con dos dedos de frente, sentido común y un mínimo de vergüenza ya habrá dicho antes (puede que hasta yo mismo lo dijera en algún momento, pero desde luego lo dijo gente que sabe mucho más que yo del tema):
En primer lugar, si la gente cobra poco (o nada), consume poco. Si se consume poco, la demanda baja. Si la demanda es baja, hace falta producir menos. Si se produce menos, hacen falta menos trabajadores, lo que supone dos consecuencias: por un lado, si hay menos trabajadores, sube el paro; por otro, el trabajador que pierde su empleo, al tener menos dinero, consumirá poco. Esa disminución del consumo llevará a la disminución de la demanda… Y vuelta a empezar.
Sin embargo, si la gente tiene salarios razonablemente buenos, podrá consumir, lo que hará aumentar la demanda y con ella, la necesidad de producción. Ese aumento de la producción estimulará la contratación de trabajadores que tendrán dinero para gastar, consumiendo más, aumentando la demanda… Y, en definitiva, estimulando la economía.
¿A que es fácil?
Y para decir esto no hace falta ser ningún experto de la OCDE.
Basta con tener sentido común.

lunes, septiembre 01, 2014

En serio y en broma

Hola a todo el mundo:
Se terminan las vacaciones, y con ellas, mis ganas de hablar de temas ligeros, así que a partir de las próximas semanas volveré a hablar de temas serios, que alternaré, como siempre, con otros más livianos. Sin embargo, antes me gustaría compartir con vosotros unas reflexiones que se me ocurrieron viendo películas.
Como sabéis, una de las cosas que más me gustan es el cine, así que las vacaciones las dediqué, entre otras muchas cosas, a ver películas. Y la semana pasada vi dos que me llevaron a hacer algunas reflexiones: Suker Punch y DOA: Dead or Alive.
Las dos películas son meros divertimentos casi descerebrados que consisten en chicas guapas dando patadas voladoras, sin más argumento ni motivación. Pero que, a pesar de su mera intrascendencia, me llevaron a pensar algunas cosas.
Evidentemente, cuando nos ponemos a ver películas así sabemos a lo que vamos, y si esperamos encontrarnos con obras maestras de la talla de El Padrino, el problema no es de las películas sino nuestro. No obstante, hay una clara diferencia entre ambas.
Dead or alive, basada en un videojuego, es un mero divertimento, una peli sin más pretensiones que hacernos pasar un rato entretenido y que, sobre todo, se hizo sin tomársela demasiado en serio, lo que hace que tenga algunos golpes de humor muy logrados. No pasará a los anales del cine, pero al menos, nos asegura que durante la hora y media (muy) escasa que dura, nos pasemos un rato entretenido. Eso sí, en cuanto acabe, la olvidaremos rápidamente.


Sin embargo, Sucker Punch es toda una fantasía psicotrópica solo explicable por el hecho de que su director (y también guionista) haya pasado una temporada alimentándose prioritariamente a base de estupefacientes de legalidad dudosa. Pero su mayor problema es que, al hacerla, se quiso crear una obra maestra sin tener el talento suficiente para ello.
Partiendo de la forma de trabajar de directores como Quentin Tarantino, en esta peli se cogen ideas de otras películas y se intenta integrarlas para dar forma a algo unitario. Sin embargo, lo que hace Tarantino lo hace alguien que sabe mucho de cine y que es capaz de convertir esas inflluencias en películas. Pero en este caso, lo que sale es un pastiche que, como mucho, podemos considerar un videoclip mal hecho.
Además, la idea de crear una historia en tres niveles, que si hubiera estado bien hecha, hubiera sido la leche, en este caso solo sirve para desconcertar al espectador y dar la imagen de que, a falta de una trama coherente, se ha optado por mezclar varias historias diferentes con los mismos personajes para alargar el metraje de la película.

Total, otra película que, precisamente por habérsela tomado demasiado en serio a la hora de hacerla, resulta fallida, y que olvidaremos cinco minutos después de que termine.

Por cierto, quede claro que estas dos películas las vi en la tele, si las hubiera visto en el cine y pagando por ellas, me habría cabreado muchísimo más y lo que diría sería mucho más duro.