miércoles, agosto 06, 2014

Cien años… de diversión

Hola a todo el mundo:
Como tod@s sabéis, el verano me sirve para olvidarme de las cosas serias y de la realidad. Y, por eso, una de las cosas que más me gustan del verano es la posibilidad de hacer cosas que durante el resto del año vamos postergando por falta de tiempo, como releer esos libros que tantas ganas tenemos de volver a tener en las manos.
Este año uno de los libros que decidí releer fue Cien años de soledad, del gran Gabriel García Márquez, por un lado, porque es uno de mis libros favoritos, y por otro, por rendir un homenaje a su autor, que hace poco nos dejó.
Así que la semana pasada me puse a leer otra vez la saga de los Buendía, con el miedo de tardar en leérmela, igual que la otra vez había tardado varias semanas. Sin embargo, esta vez, gracias a que ya lo conocía, la lectura fue mucho más fluida, y así tardé menos de una semana en recorrer los vericuetos de la historia de los Aurelianos y José Arcadios.
Tradicionalmente se dice que García Márquez es un autor en cuya obra se observa un estilo de corte muy popular, cercano a nuestra experiencia cotidiana y con una espontaneidad muy grande. Sin embargo, no estoy de acuerdo. Una obra como Cien años de soledad implica un trabajo muy grande, de forma que lo que podemos leer ahí no apareció sobre el papel de manera espontánea, sino después de un arduo trabajo. Y de ese trabajo viene el carácter de joya que tiene esta novela.
Además, la segunda lectura de este texto me sirvió para fijarme en una serie de detalles que, la primera vez me habían pasado desapercibidos, de manera que pude ver el carácter casi visionario de esta obra, todavía más claro si tenemos en cuenta que la primera edición de esta novela es de 1967. Más en concreto, la edición que me leí las dos veces es una que estaba en casa, anterior a mi nacimiento (concretamente de 1979), en cuya contraportada podemos leer todavía su precio: 190 pesetas.
O sea, que por menos de dos euros de los de ahora tengo un libro que me asegura que disfrutaré durante cien años… o más.

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