domingo, enero 12, 2014

Francotiradores pacientes

Hola a todo el mundo. Y antes de que se me olvide, feliz año.
Como todos sabéis, yo soy lector de Arturo Pérez-Reverte desde hace mucho tiempo, e incluso, durante mi adolescencia y los primeros tiempos de mi edad adulta fue mi escritor favorito. Ahora, sin haber dejado de gustarme, hay otros que me gustan más. Pues, con vuestro permiso (y sin él también, que para eso estamos en mi blog), voy a contaros una anécdota personal.
Mucho antes de empezar a leer sus novelas, yo ya leía sus artículos en XL Semanal (o, como se llamaba entonces, El Semanal). Tendría yo trece años, o puede que un poco menos, y ya era fan de esos artículos. Él acababa de sacar Territorio comanche y vino a Gijón a firmarlo en la Feria del Libro, y fui con mi abuela hasta allí. Entonces, ella se ofreció a comprarme el libro y hacer toda la cola para que me lo firmara. Por algún motivo que todavía no me explico, pero que supongo que tendría que ver con el hecho de que era muy joven y no era consciente de lo que significa tener un libro firmado por un autor que nos gusta, le dije que no. Y a pesar de lo mucho que insistió, no hubo forma de convencerme.
Tiempo después, ya no pude evitar la curiosidad por conocer las novelas de Reverte, y fue precisamente mi abuela la que me regaló para Reyes las dos primeras novelas suyas que leí, El maestro de esgrima y El club Dumas. Y con los años, fui leyendo casi todos sus libros, y muchos además los tengo en mi estantería, entre ellos, Territorio comanche. Y a lo largo de esos mismos años tuve clavada una espina: la de no tener ese libro firmado, porque ya me había dado cuenta de que había cometido un error enorme al no querer su firma aquel día.
Pues bien, el pasado mes de diciembre, coincidiendo con la publicación de su última novela, El francotirador paciente, XL Semanal hizo un sorteo de veinticinco copias firmadas y dedicadas de ese libro, y, por algún motivo, sentí la necesidad (no las ganas ni el interés, la necesidad) de participar, además con la extraña convicción de que era muy probable que ese libro cayese en mis manos muy pronto.
Y no me equivocaba, porque yo fui uno de los ganadores y llegó a mi casa el miércoles día 8 de enero, como un regalo de Reyes un tanto retrasado. Y no pude evitar sentir, cuando abrí el libro y vi la dedicatoria (“A Pablo Folgueira Lombardero de su amigo AP-R”), que me había sacado aquella espinita que había tenido durante buena parte de mi vida de lector. 

Ahora, voy a contaros un poco de qué va (a fin de cuentas, si habéis aguantado hasta aquí, algo interesante os tendré que contar, ¿no?): Lex es una doctora en Historia del Arte que trabaja para galeristas y editores de libros de Arte buscando a artistas emergentes, que recibe el encargo de encontrar a un misterioso grafitero que firma como Sniper, para que un importante editor le haga la típica oferta que no va a poder rechazar.
Estructuralmente, es una novela que no tiene tramas secundarias que nos distraigan de lo principal, y eso me pareció de agradecer, porque en ocasiones, las tramas secundarias pueden hacernos perder el hilo de lo que importa (estoy pensando en el caso de El asedio, que quizá sea la novela de Reverte que menos me ha gustado). Por otro lado, el estilo ha recuperado la fluidez que me enganchó en las primeras novelas suyas que leí, de forma que leer un poco más cada vez era casi adictivo. Los capítulos cortos también ayudaban.
Y lo que más me gustó fue el final, inesperado y explicado por algo que siempre había estado ahí, pero que no entendimos hasta que fue necesario que lo hiciéramos.
Puedo decir que El francotirador paciente es la novela reciente de Arturo Pérez-Reverte que más me ha gustado desde que leí El pintor de batallas.
Echadle un vistazo, hombre, que vale la pena.