lunes, mayo 27, 2013

Más música

Hola a todo el mundo.
Después de haber estado la noche anterior cubriendo la Metal Thrash Night, el sábado me acerqué hasta el Teatro Jovellanos para asistir a una actuación radicalmente distinta: el recital con el que culminaba el proyecto Con ‘G’ de Música, o lo que es lo mismo, el Día de Conciertos del Conservatorio Profesional de Música de Gijón. Y en este caso, en ese recital iban a participar las tres agrupaciones del Conservatorio que se centran en la música Jazz, es decir, la Little Band, la Big Band y el Coro Más que Jazz, del que forma parte mi amiga Vanesa Vez y que, por eso, era el que más me interesaba.
Puntualmente a las ocho de la tarde, el coro, al que yo había visto hacía unas pocas semanas, salió al escenario, con tazas y periódicos como material de atrezzo, para interpretar una “Java Jive” durante la cual fingían leer o tomar el café y el té que se mencionan en la letra del tema. Con el entrechocar de tazas se rubricaban ciertos momentos de la canción, lo que, unido a toda la puesta en escena, le dio una viveza que yo había echado en falta en la actuación anterior en que los había visto.
Finalizada la interpretación de este tema, se nos presenta el acto y se nos avisa de que va a haber un cambio en el programa, por lo que pasan a cantar “Blues and trouble”, una de las canciones de su repertorio que más me gustan y en la que una de las solistas es Vanesa (la otra es Yasmin Sadeghi). Siguió el recital con un tema que no habían interpretado la vez anterior, “I got rhythm”, en la que la solista fue Elena Fernández, y después otra novedad, “Hit the road, Jack”, en la que los solistas fueron María José Álvarez y el cantante invitado Davi Quixito. Este tema, que todos conocíamos sobradamente, fue de los que mejor les quedó.
La directora del coro, Adriana Cristina García, presenta a dos músicos invitados, el bajista Ángel Longueira y el batería Pier St. Bruera (de la Little Band, y creo que los mismos que habían colaborado en la actuación anterior), ella se sienta al piano, e interpretan “La chica de Ipanema”, que fue seguida por la interpretación de los temas “El baile” y “Qué guapa yes”, fundidos en uno solo, con unos arreglos jazzísticos diferentes a los originales que los convierten en temas muy divertidos. Su actuación finalizó con la canción que según el programa debería haber sonado la segunda, “Más que nada”.

Se subieron luego a las tablas los músicos de la Little Band, dirigida por Antonio Gómez, y en la que militan dos de los miembros del coro, en concreto María Álvarez y Borja Moreira, que tocan el saxofón. Esta banda interpretó un repertorio muy variado, con temas de Swing, como “Sugar train”, con la balada Gospel “Prayer meetin’”, con el tema de Duke Ellington “Caravan” o como el Funk de “Magic hour”. Sin embargo, mis conocimientos de estos estilos no son lo bastante elevados como para saber apreciar su actuación, que me dejó bastante frío. Estoy seguro de que lo dieron todo y de que lo hicieron genial, pero no fui capaz de apreciar su sonido.

Tocó después el turno de la Big Band, dirigida por Óscar Camacho, y en la que Borja Moreira también toca el saxofón. El suyo fue un repertorio también muy variado, con temas más tradicionales, como “Cuélebre” o “Ecos de la quintana”, pero también con otros de sonido más urbano. Así, la cantante Ana García cantó con ellos “Somebody to loves me” y “Fever”, que resultaron dos de los mejores temas de la noche, que dieron paso a “New York, New York”, que sonó genial.
Entonces, hubo otra novedad fuera del programa, ya que la Little Band volvió a salir, y las dos bandas juntas interpretaron un tema de Chick Corea, concretamente “Spain”, que sonó muy bien, pero durante el cual se notó que los percusionistas tuvieron algunas dudas.

Y para finalizar el recital, el coro volvió a salir al escenario, para que las tres agrupaciones interpretaran juntas dos temas más, que fueron “Don’t sit under the apple tree” (en la que los solistas fueron Sergio Fernández y Vanesa Vez) y “Birdland”. Pero al finalizar, en lugar de despedirse del público, las tres agrupaciones nos regalaron una pequeña sorpresa fuera de programa, que fue la interpretación de “Rehab”, de Amy Winehouse, que, ahora sí, fue el último tema de la noche y que hizo que el público disfrutara mucho.
Ramos de flores para los tres directores, y se dio por terminada una velada en la que tuvimos la oportunidad de escuchar a tres agrupaciones de mucho nivel (repito, si no supe apreciar la actuación de la Little Band estoy seguro de que es porque mis conocimientos de Jazz son muy escasos, no por ellos), que hicieron que un público mucho más numeroso de lo que yo esperaba se lo pasara genial.

Y que viva la música, hombre.

martes, mayo 21, 2013

A vueltas con la ley

Hola a todo el mundo:
Resulta que el viernes se aprobó el Proyecto de la nueva Ley de Educación, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, LOMCE o, simplemente, “Ley Wert”. Y desde mi punto de vista, estamos ante una Ley que va a durar muy poco.
En primer lugar, porque sólo el partido del Gobierno la apoya. Toda la oposición está en contra. Y como la oposición, los maestros, profesores, alumnos y padres de alumnos también están en contra. O sea, que es la Ley educativa que ha conseguido más consenso, pero en contra. Eso significa que, cuando gobierne un partido diferente al PP, se va a ir por donde vino, se aprobará una Ley nueva, y los profesores se volverán a encontrar con esa sensación de provisionalidad eterna de la que ya había hablado en otro lugar.
Pero el problema de la LOMCE es que, en algún momento va a funcionar. Y es por eso que conviene leérsela y reflexionar sobre las estupideces que se dicen en ella. Empecemos.
Lo primero que habría que preguntarse es sin, en el contexto actual, es inteligente gastar dinero y recursos en preparar una nueva Ley educativa, cuando lo más lógico (y barato) sería racionalizar la que ya está en vigor. Pero claro, pedirle lógica a este (des)Gobierno es pedir un imposible.
En esta Ley se dice que uno de sus objetivos es disminuir el abandono escolar y el número de alumnos que repiten. Y sin embargo, incluyen no una prueba de evaluación al final de la educación, sino ¡¡cuatro!! (una al finalizar tercero de Primaria, otra al finalizar sexto, otra después de cuarto de Secundaria y otra al terminar el Bachillerato). Como todos recordamos, el último año de instituto (en mi caso, el COU) se centraba en prepararnos para la prueba de acceso a la Universidad que nos tocara, hasta el punto que uno de vosotros llegó a decir que el COU debería haberse llamando “Curso de Orientación a la Selectividad”. Entonces, si a lo largo de la educación no universitaria de una persona va a tener que hacer cuatro pruebas, el riesgo que se corre es que toda su educación sea una continua preparación para esas pruebas y no un proceso educativo real. Además, como las pruebas que se realizan en Secundaria y Bachillerato son eliminatorias, mucha gente va a quedarse sin poder seguir estudiando, o sea, abandonando los estudios o repitiendo hasta que las aprueben, justo lo que se dice que se quiere evitar con esta Ley.
Luego nos encontramos con que ahora se va a volver a financiar con dinero público a los colegios concertados que segreguen por sexo. Que ojo, a mí me parece genial que si los padres quieren mandar a sus hijos a un colegio en el que niños y niñas estudien separados lo hagan, eh. Pero que se lo paguen, que el dinero público debería usarse para financiar modelos educativos integradores, no los excluyentes.
Y luego llegamos a lo de la materia de Religión. Que, en primer lugar, igual habría que preguntarse si, en un país en cuya Constitución se declara la aconfesionalidad, tiene sentido que la materia de Religión (y más una materia de carácter confesional) tenga cabida en los centros educativos públicos. Que yo creo que no lo tiene. Pero es que en este caso, encima se intenta poner esa materia al mismo nivel que las Matemáticas, la Lengua, las Ciencias Sociales o las Naturales. Y, sintiéndolo mucho, no puede estar al mismo nivel, la fe no puede estar al mismo nivel que la ciencia.
Después en esta Ley se recortan competencias a las Comunidades Autónomas y se cometen otros ataques al sentido común (ataques, además, de dudosa constitucionalidad), pero este texto ya me ha salido demasiado largo.
Nos vemos.

Actualización: Al final, de cara a su tramitación se han eliminado ciertos elementos polémicos de la Ley. 

viernes, mayo 10, 2013

Mucho más que Jazz

Hola a todo el mundo:
Hay que recordar que no todo en la música va a ser dar caña. A veces hay que escuchar otros estilos diferentes a los que escuchamos habitualmente para oxigenar un poco. Y por eso, ayer, día 9 de mayo, me acerqué a ver la actuación de dos coros en la iglesia de Fátima, aquí en mi barrio, dentro del XVII Festival de Masas Corales José María Bardales, que se celebra en homenaje al carismático y querido párroco del barrio (paradigma del sacerdote obrero aquí en Gijón, hasta el punto de que mucha gente lo conocía como el “cura rojo”), tristemente fallecido el año pasado, Festival que se enmarca dentro de las XXII Jornadas Deportivo Culturales del barrio de La Calzada. Y mi interés principal estaba en escuchar al coro Más que Jazz, del que forma parte mi colega Vanesa Vez.
Y es que, como le comentaba a ella, la única manera de que me hubieran puesto más fácil lo de ver su actuación hubiera sido que cantaran en el salón de mi casa. Claro, que no estoy seguro de que a mi familia eso le hiciera mucha gracia.
La iglesia, demolida y vuelta a construir hace poco más de veinte años, estaba llena a rebosar, porque parece ser que es habitual que cuando hay actuación, mucha gente se quede después de la misa a “coger sitio”. Y fue por eso que me tocó ver las actuaciones desde bastante más distancia de la que me hubiera gustado.
El primer coro en actuar fue el Coro de Voces Mixtas del Conservatorio, dirigido por Policarpo Muñiz. Con una imagen muy sobria, este numeroso coro se decantó por un repertorio de carácter predominantemente clásico, con piezas de, por ejemplo, Mozart. La suya fue una actuación que gustó, pero que no arrancó unos aplausos demasiado entusiastas.
Y llegó el turno del coro que yo iba a ver, Más que Jazz, dirigido por Adriana C. García, un coro que lleva sólo unos pocos meses ensayando, pero que ya demuestra muchas ganas. Con una imagen más desenfadada, optaron por un repertorio más movido, como exige la música Jazz, más rítmica.
Empezaron con “Java jive”, un tema que fue introduciéndonos en su sonido, que cristalizó con “Blues and trouble”, una canción de Jazz tradicional que fue de las que más me gustó.
Con un movimiento de vaivén acompañaron la interpretación de la Bossa Nova “Más que nada”, de Menezes, la típica canción que todos conocemos pero que nos cuesta reconocer por su título, justo antes de optar por un registro más melancólico e incluso solemne al cantar “My funny Valentine”.
La directora se acerca al atril para agradecernos nuestra presencia, para decirnos qué es lo siguiente que vamos a escuchar y para presentar al bajista y al batería que les van a acompañar en los dos últimos temas de su actuación.
Entonces, vuelven a los ritmos brasileños con la interpretación de otro tema que todos conocemos, “La chica de Ipanema”, de Jobim. Y finaliza la actuación con dos canciones tradicionales asturianas, con arreglos jazzísticos hechos por la directora, que fueron “El baile” y “Qué guapa yes”, que fueron interpretadas con mucha gracia, demostrando que las etiquetas son sólo eso, etiquetas para ahorrar tiempo, pero que la música va más allá de etiquetas, estilos y prejuicios. Al finalizar, un aplauso mucho más generalizado que el que recibió el coro anterior.
He de reconocer que mi conocimiento de la música coral en general, y del Jazz en particular no es demasiado grande, pero lo que vi ayer me gustó y me llevó a considerar que, si la música sale de dentro, podemos disfrutarla igual, al margen de lo que escuchemos habitualmente.
Quizá la acústica de la iglesia no fue la mejor. Pero las interpretaciones de esa tarde sí que lo fueron.


jueves, mayo 09, 2013

Comentarios sobre la nueva legislación

Hola a todo el mundo:
La verdad, este Gobierno no hace más que darnos disgustos. Y no por nada en particular, sino simplemente porque se empeñan en enfrentarse no sólo al estado del bienestar o a los ciudadanos, sino porque ahora se enfrentan también al sentido común y a la cordura. Y eso lo estamos viendo estos días con la reforma de la Ley del Aborto que prepara Gallardón (también con la Ley que prepara Wert, pero de momento no voy a hablar de ella porque Wert ya me cansa).
Evidentemente, hablar del aborto supone hablar de temas complejos y controvertidos en los que puede haber implicaciones morales, éticas, jurídicas e incluso religiosas. Pero yo creo que es mucho más fácil y productivo acercarnos a este tema desde el punto de vista del sentido común (que, como todos sabemos, es el menos común de los sentidos).
Porque a pesar de las tonterías que estamos escuchando estos días (que si tiene que ver con ETA, que si es propio de mujeres sin educación y todas esas estupideces que dicen los mediocres que buscan sus quince minutos de fama), el aborto no es un tema baladí que se pueda abordar con superficialidad o haciendo comparaciones que no vienen al caso. Es un hecho que supone un drama para las personas implicadas en él. Y como tal hay que considerarlo.
Y, aunque el Gobierno no se acuerde, la ley actual no obliga a practicarlo. Sólo delimita el marco dentro del cual se podría practicar en caso de que una mujer se decidiese a hacerlo. Y, como bien se ha demostrado (a las cifras de la Organización Mundial de la Salud me remito), en los lugares en los que se prohíbe o en los que las legislaciones son menos flexibles, hay más muertes de mujeres debidas a que el aborto se les practica en condiciones insalubres.
O sea. Que por muchas trabas que se pongan, quien lo considere necesario como mal menor, va a seguir abortando, sólo que en lugar de hacerlo en las condiciones más apropiadas, lo hará en la “consulta” de cualquier matarife.
Y sobre los argumentos del Ministro, queda muy aparente que diga que el supuesto de la malformación del feto no es motivo de aborto, amparándose en el derecho a la vida. Pero me lo tomaría más en serio si el suyo no fuera el mismo Gobierno que ha destruido las ayudas a la dependencia que harían que la vida del niño que va a nacer fuera más digna.