jueves, agosto 30, 2012

Consciencia

Muy buenas a todo el mundo:
Acabo de terminar un libro muy breve. Se titula Cómo nos venden la moto, y recoge dos ensayos, uno de Noam Chomsky y otro de Ignacio Ramonet. A lo largo de las menos de cien páginas de este libro, se habla del poder de la propaganda y de cómo el marketing se puede aplicar a casi cualquier parcela de nuestra existencia. Y también del valor que tiene la información. Y entonces se me ocurrió una reflexión al respecto.
Desde que puedo recordar, en mi casa siempre se ha escuchado la radio y siempre se han visto las noticias por la tele, y también se ha debatido sobre sus contenidos. Por eso, desde que era pequeño estoy familiarizado con muchos conceptos de Economía o de Ciencia Política simplemente porque los escuché por la televisión. Y también conocía los nombres de muchos personajes, que para mí eran tan habituales como los de los cantantes de moda.
Por eso me resultó tan chocante el hecho de que, hablando con una persona, poco más joven que yo, sobre una noticia reciente, ella no tuviera ni la más remota idea de lo que le estaba hablando. Hasta ese momento, yo pensaba que todo el mundo veía las noticias, y que, al acceder a la información, estaba al día de lo que pasaba en el mundo. Y ese día me di cuenta de mi error.
La información es algo a lo que tenemos acceso, pero que si no queremos, no tenemos por qué conocer. O sea, que el acceso a la información es voluntario. Y sin embargo, pese a esa voluntariedad, la información es uno de los recursos más importantes que tenemos.
Porque sólo si nos molestamos en acceder a la información y después nos molestamos en reflexionar sobre ella podremos considerarnos ciudadanos conscientes (ese concepto del que ya os había hablado), y sólo entonces seremos capaces de participar en el devenir de la sociedad de manera completa.
Hasta entonces, no seremos más que receptores de contenidos vacíos y destinatarios perfectos de la propaganda y la publicidad.
Nos vemos.

No hay comentarios: