miércoles, junio 29, 2011

Tengo una duda

Muy buenas, queridos lectores:
Sé que os tengo terriblemente abandonados, pero entre unas cosas y otras, no paro, y aunque escribo mucho, casi nada lo hago para este rinconcito de la blogosfera que tantas alegrías (y también cabreos, para qué negarlo) me ha dado. Pero que nadie piense que me olvido de vosotros.
Hoy quería lanzar una pregunta a todos los analistas políticos que tengo entre mis lectores, que sé que saben más que yo de estas cosas.
Vamos a ver. Cuando Aznar llegó a la Presidencia del Gobierno en 1996, España estaba en crisis y su Gobierno nos sacó de ella. Eso es innegable.
El año que viene es más que probable que su sucesor, Rajoy, gane las elecciones, en un momento en el que España está de nuevo en crisis.
Ahora bien, ¿realmente es comparable la situación hasta el punto de que podamos fiarnos de que Rajoy tenga la receta mágica para sacarnos?
Tal como yo lo veo, la cosa es más complicada, en primer lugar porque la crisis actual es mucho más profunda que la de 1996, además de que ésta es global. En segundo lugar, porque desde las ampliaciones de la Unión Europea de 2004 y 2007, España ya no puede contar con los Fondos de Cohesión, que van a países con menores niveles de desarrollo económico.
En tercer lugar, porque las empresas públicas que eran rentables ya las privatizó Aznar en su época, así que de ahí no se va a poder más sacar dinero.
Entonces, ¿qué va a hacer Rajoy para sacarnos de la crisis? ¿Lo sabe alguien? ¿Lo sabe él mismo?
Que no es por nada, pero es que el tío lleva siete años en la oposición, y todavía no dijo qué es lo que va a hacer cuando gobierne... Aparte de echar la culpa a la herencia recibida, claro (que es lo que ya está haciendo su "niña" en Castilla-La Mancha).
Nos vemos.

martes, junio 21, 2011

Dejémonos de historias

Hola a todos:
Desde hace un par de semanas o tres se viene hablando del Diccionario Biográfico Español, realizado desde la Real Academia de la Historia, por iniciativa del Gobierno de Aznar y pagado, como no podía ser de otro modo, con dinero público. Y hoy mismo el egregio historiador Santos Juliá, que no participó en su realización, dice que debería ser destruído. Y a lo mejor no hace falta llegar a tanto.
En primer lugar, yo creo que, a estas alturas de la película y de la evolución tecnológica, hacer una monumental obra de cincuenta volúmenes en papel no sólo es innecesario sino absurdo. Debería hacerse digitalmente, para que pudiera ser consultada por internet por cualquier persona. Pero ése no es el mayor error de este diccionario.
Su mayor problema, y el que lo invalida desde el punto de vista historiográfico, es el hecho de que no se planteó hacerlo como una obra historiográfica seria, sino como un rollete entre colegas. Cuando se hace algo así, por ejemplo cuando lo hicieron desde la Universidad de Oxford, cada artículo se encarga a un especialista en el tema, y después, lo que escribre tiene que pasar por las manos de varios especialistas más para que lo corrijan y maticen, haciendo así que la obra sea lo más perfecta posible. Es lo que, en los ambientes científicos se llama "corrección por pares".
Y en este caso no hubo nada parecido. Hasta el punto de que la biografía de Franco la escribió un medievalista. Gran e importante medievalista, pero que no es experto en su biografiado. Es, eso sí, el historiador no sé si oficial, pero al menos sí oficioso de la Fundación Francisco Franco.
Visto todo esto, este diccionario no puede ser considerado como la obra de referencia que debería ser. Pero tampoco hace falta destruirlo. Porque sólo hemos escuchado hablar de las biografías de Franco (que, según esta obra, no fue un dictador) y de Negrín (que sí lo habría sido). Y no creo que en una obra de cincuenta tomos, de los cuales la mitad ya están terminados totalmente, todo lo escrito sea igual de censurable, pese a no haber pasado por los pertinentes filtros científicos.
Porque, como dijo el colega Cervantes por boca de uno de los personajes de su Don Quijote (creo que el cura, pero ahora mismo no estoy seguro), "No hay libro tan malo que no contenga algo bueno".
Y ahora sí, digo lo que habría que hacer con este diccionario: Terminarlo (pero bien, con métodos científicos acordes a lo que hay que hacer), digitalizarlo, y encargar los textos a expertos. Y lo que está mal hecho, rehacerlo para la versión digital. Ah, y que esas partes que no están bien hechas queden como ejemplo de lo que NO hay que hacer en esto de la Historia.
Nos vemos.

miércoles, junio 08, 2011

Número 4 de Tiempo y Sociedad

Aquí está el cuarto número de la revista Tiempo y Sociedad en formato flash.
Esperamos que os resulte interesante:

martes, junio 07, 2011

Seguimos indignados

Muy buenas, queridos lectores:
Aunque ya apenas se hable de ellos, los indignados continúan con sus acampadas. Y creo que, llegados a este punto, debería empezar a pensarse en cuáles son los pasos que se deberían seguir para que el movimiento, que tanto ha hecho para movilizar a la población y cuya trascendencia histórica está fuera de toda duda, continuara teniendo vigencia.
Sí, porque yo creo que el mantenimiento de las acampadas ya no tiene mucho sentido. En primer lugar, porque después de más de tres semanas, ya han perdido su carácter "novedoso" e impactante, y corren el riesgo de que la gente los vea simplemente como "parte del paisaje" y deje de prestar atención a las alternativas que plantean. Eso sin contar con la posibilidad de que de que directamente puedan perder apoyos por parte de una población que puede llegar a verlos como una molestia.
Creo (repito: "creo") que ha llegado el momento de que el movimiento evolucione y cambie su manera de actuar. El momento de levantar las acampadas y plantear nuevas formas de activismo. Manifestaciones semanales (o incluso diarias) en los mismos lugares en los que se llevaron a cabo las acampadas, para que el mensaje no se olvide.
Y, sobre todo, creo que la solución más lógica y coherente para poder llevar a cabo sus planteamientos es sacarlos de la plaza y plantearlos como una alternativa real, formando su propio partido político. Sí, aunque pueda parecer extraño, es la única manera de que sus propuestas tomen forma, porque si no, ningún otro partido va a asumirlas como lo que en realidad son, es decir, una necesidad para la salud de la democracia.
Igual es la mejor solución para todos. Y así se evitarían que se mandara en su contra a los antidisturbios.
Pregunta del día: Si un policía (concretamente, un antidisturbios) no lleva su identificación a la vista, ¿cómo podemos estar seguros de que realmente es un policía?
Segunda pregunta del día: A la vista de las actuaciones de ciertos Consejeros del Interior de ciertas Comunidades Autónomas, ¿quién vigila al vigilante?