sábado, enero 29, 2011

Esta vez sí nos robaron los sueños

Muy buenas, queridos lectores:
Anoche, como muy buena forma de celebrar mi cumpleaños, me fui a ver a Avalanch por millonésima vez en los últimos tiempos, hasta el punto de que creo que a estas alturas es ya el grupo que más veces he visto en concierto. La actuación iba a ser en la Sala Acapulco del Casino, lo que hacía presagiar buen sonido, y además se iba a celebrar una fiesta por el décimo aniversario de la web de Rafa Basa, con éste pinchando antes y después del concierto. La cosa pintaba bien, pero al final, no tanto como nos hubiera gustado.
Lo primero con lo que nos encontramos los miembros de nuestra expedición (Nacho, Rober, Maite, el Garry y yo) fue con que las entradas eran iguales a las del concierto de mayo que ya os conté, sólo que con una pegatina encima indicando la fecha y la sala del concierto de anoche, y eso ya nos pareció más que cutre, la verdad.
El concierto empezó a eso de las doce y diez, cuando ya llevábamos un buen rato tomando cervezas para hacer tiempo. Tras una ampulosa intro, salieron Alberto Rionda y sus huestes, que, fieles a su costumbre, habían cambiado el repertorio para la segunda parte de la gira. Así, empezaron con "Lucero", una canción que, desde mi punto de vista, no era la mejor para empezar. Continuaron con "Hoy te he vuelto a recordar", "Delirios de grandeza" y una "Xana" que sonó excesívamente pronto.
En este momento del concierto ya quedaron patentes dos cosas: en primer lugar que desde la mesa de mezclas se hacía un trabajo que no era demasiado bueno, porque sólo se escuchaban con nitidez la voz y la batería, y que Avalanch seguramente habían elegido bien el repertorio, pero no el orden en que lo interpretaban, porque el arranque de la actuación no había tenido la fuerza suficiente.
Después de varios temas, entre ellos "Papel roto" y "Ángel de la muerte", por fin se acordaron de que habían sacado un disco nuevo, e interpretaron varios temas procedentes de él seguidos, que fueron "¿Dónde estoy?", "El hombre solo", "El ladrón de sueños", "Mil motivos", "Torres en el cielo" y, para cerrar antes de los bises, "Cuatro canciones".
No nos parecía que este concierto estuviera siendo tan bueno como los anteriores que habíamos visto, y parece que el propio grupo se daba cuenta de ello, ya que desde el escenario hacían gestos a la mesa para que subieran el sonido de las guitarras, que apenas se escuchaban, y del teclado de Chez, cuyo sonido fue casi inexistente.
Los bises se iniciaron con "Aún respiro", a la que siguieron "Otra vida", "Pies de barro", la espléndida "Alas de cristal" y, para terminar, ese trallazo que es "Lágrimas negras".
En resumen, la actuación no estuvo tan bien como nos hubiera gustado, más por el sonido y el orden de las canciones que por el grupo, que se mostró, como siempre, muy profesional y cercano.
En otro orden de cosas, la fiesta de después, la de Rafa Basa, no fue nada del otro mundo, porque si bien en general sonó buena música, el colega Rafa no se preocupaba de que las canciones no se repitieran, así que decidimos irnos cuando escuchamos "Rainbow in the dark" por tercera vez en media hora.
A ver si la próxima vez la cosa nos gusta un poco más.
Nos vemos.

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